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domingo, 25 de octubre de 2009

Positiva iniciativa a favor de industrias culturales

Pese a ser una tarea inherente al Estado, la promoción de las llamadas industrias culturales sigue siendo postergada en la agenda gubernamental. De allí lo pertinente del proyecto de ley del mecenazgo, impulsado por Luciana León, que se debate en el Congreso y que recoge un concepto ya aplicado en el país: otorgar beneficios tributarios a las empresas o personas que contribuyan con el financiamiento de proyectos culturales.

El mecenazgo no es, pues, una figura nueva. Se aplicó en la década del 80, aunque en su nombre se cometieron múltiples excesos que la nueva iniciativa congresal deberá evitar para impedir que se incurra en excesos y delitos, como la evasión tributaria. Ante esto, resulta positivo que el mencionado proyecto de ley 3191 establezca que solo serán considerados benefactores o patrocinadores aquellos que estén al día en sus obligaciones tributarias. Asimismo, que precise sanciones pecuniarias, penales y administrativas para aquellos que, de forma fraudulenta, obtengan los beneficios que otorga el proyecto. En lo mismo, que se sancione a las instituciones beneficiadas que destinen los fondos a otros fines, lo cual constituiría además una deslealtad hacia la promoción de la cultura que el país tanto necesita y que, penosamente, sigue siendo el patito feo de las urgencias del Estado.

Como reconoce el propio proyecto, el erario asigna partidas insuficientes a la cultura. El sector Educación recibió en el 2008 4,28% del presupuesto total del país y este año 4,29%.

Se requiere, pues, un cambio de timón, promover leyes de mecenazgo y de patrocinio y crear fondos nacionales para la inversión cultural, entre otros incentivos, que motiven al sector privado a participar en el financiamiento de las principales disciplinas artísticas, de las artesanías, del patrimonio cultural y del desarrollo de las nuevas tecnologías. Se trata de respaldar fenómenos culturales que tienen efectos multiplicadores en otros sectores, como el comercio, el turismo y el desarrollo socioeconómico. Si no, veamos lo que ha sucedido con nuestra gastronomía, con vital impulso gracias al involucramiento de las instituciones públicas y privadas, que hoy representa el 11,2% del PBI proyectado para el presente año. En la contraparte, reconozcamos con pesar lo que sucede con el deporte, que languidece por falta de inversión en la infraestructura, en la capacitación y en la formación de nuevos cuadros y semilleros.

En el desarrollo de las industrias culturales, otros países de la región nos llevan la delantera: Argentina, Colombia, Chile y Brasil (donde las exoneraciones en el Impuesto a la Renta multiplicaron por 19 el volumen de las inversiones a favor de sus actividades culturales) están recogiendo los beneficios en su PBI.

El Perú no puede seguir a la zaga. Trascender al subdesarrollo no se logrará solo a través de la producción o industrialización de las materias primas. También se necesita elevar nuestra participación en el mercado de las industrias culturales, en el desarrollo de las capacidades de los peruanos y de las nuevas tecnologías, porque generan conocimiento, empleo y además son un buen negocio. Hoy sí podemos empezar ese proceso.

Fuente: El Comercio.

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