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Los jóvenes tenemos el derecho y la obligación de ser los protagonistas del desarrollo político y social de nuestro país. Merecemos las oportunidades y solo con esfuerzo, dedicación, esperanza y optimismo, lograremos alcanzar nuestras metas y el anhelo de un Perú mejor.

viernes, 1 de abril de 2011


ENTREVISTA EN PERU 21



“Más que a la belleza, yo le debo mi primera elección al ser distinta: una mujer, una joven ingresando a la política. Hoy, los partidos políticos tienen, mínimo, cuatro candidatos menores de 30 años; el Apra tiene 15. En 2006, éramos solo uno o dos, por eso llamé la atención”, explica Luciana León, la congresista que va a la reelección por el Apra con el número 20.


¿SIENTES QUE CONTIGO EMPEZÓ EL ÉNFASIS EN LAS CANDIDATURAS JÓVENES? Y la renovación y la apertura hacia cuadros nuevos. Además, ahora nos ven como personas capaces de aportar ideas. Ya no somos los que hacemos las tareas secundarias.


¿ACASO LA JUVENTUD ASEGURA UN BUEN DESEMPEÑO POLÍTICO? ¿NO DEBE PRIMAR LA CAPACIDAD? Para mí, lo primero es la vocación de servicio. La política no es un trabajo sencillo: demanda tiempo y tiene muchas limitaciones de recursos, hay que lograr consensos, etcétera. Se debe buscar personas con vocación y capacidad. No es cuestión de edad o de género. Sin embargo, yo estoy a favor de la discriminación positiva. Sin ella, no tendríamos la cantidad de congresistas mujeres que tenemos hoy. La población no estaba acostumbrada a ver mujeres en la política. Las leyes de discriminación positiva han ayudado a que los partidos renueven sus cuadros. Es mentira que a los jóvenes no les interese la política. Hoy en todos los partidos se ven a jóvenes con excelentes ideas y ganas de trabajar.


¿NO SERÍA MEJOR, MENOS SUPERFICIAL QUE, ANTES QUE POR LEY, SEA LA SOCIEDAD QUIEN INCORPORE A LOS JÓVENES, A LAS MUJERES? Por supuesto. La discriminación positiva es temporal. Por ejemplo, ahora ya no necesitamos la ley de cuotas por género.


¿LA POLÍTICA HA INVADIDO TU VIDA PRIVADA, SIGUES SIENDO LA MISMA CON TUS AMIGOS? Yo soy tal cual las 24 horas del día, los siete días de la semana. Pero el lado político me sale desde chiquilla. Soy del Villa María y frecuento aún a mis amigas del colegio. Primero, cada una cuenta, con pasión, las tareas de su profesión y luego, como todos, tenemos nuestros momentos de chisme, de purito chisme, donde no se meten ni la política ni nuestras profesiones.


MÁS ALLÁ DE LA TRADICIÓN FAMILIAR, ¿POR QUÉ ERES APRISTA? Bueno, al inicio la tradición familiar mandó. Mi abuelo fue diputado por Trujillo. Por eso sabía que Haya de la Torre era un visionario, un demócrata. Por estas circunstancias, en el Apra me siento como pez en el agua: voy al partido desde los 15 años a hacer labor social. Pero también hubo una conciencia ciudadana: participé en todas las marchas en contra del gobierno de Fujimori. Y mira que mi universidad era poco política. Yo sabía que vivíamos en una dictadura, una democracia disfrazada. Y, luego, cuando terminé la carrera y empecé a ejercer, estaba incómoda. Cuando tenía que ir a trabajar me daba dolor de estómago, pues prefería estar haciendo consultorías jurídicas en Alfonso Ugarte. Me gusta transformar a las personas, hacer el bien a través de la política.


¿TE ACUERDAS DE TU PAPÁ PELEÁNDOSE CON OLIVERA? Era pequeña, pero sabía que algo había pasado. Le dije: “Papá, ¿cómo se te ocurre pelearte con alguien?”. Tenía vergüenza ajena. Fui muy crítica con él. En mi casa no se hablaban lisuras, nunca hubo golpes, por eso, era raro lo que había pasado.


TU PAPÁ PARECE UN CRIOLLAZO, UN DESLENGUADO… Al contrario, es bastante conservador. Se lo ha estigmatizado bastante. Es un engreidor, y el orden y la disciplina se las dejaba a mi mamá (risas). Mi madre es un encanto, con un corazón inmenso, que, creo, yo he heredado.


¿ADMIRABAS A TU PADRE, ERA TU MODELO A SEGUIR? Sí. Fue un referente importante, pero en la política admiraba –y conversaba más– a mi abuelo, con quien, según mi madre, tengo muchas cosas en común: yo soy más de hacer antes que de hablar. Sin embargo, la admiración por mi padre permanece, pues, como hija, siempre estaré a su lado. Lo que ha pasado (se refiere a los 'petroaudios’) nos ha unido más.


EL 5 DE OCTUBRE DE 2008, ALAN GARCÍA LLAMÓ “RATA” A TU PADRE… Fue una expresión dura. Sentí dolor, pena, tristeza. Fue un exceso, pero comprendo la reacción del presidente. Su gobierno era exitoso y, de pronto, aparece algo así. Aunque su reacción fue desmedida, es comprensible. Mis relaciones con él se enfriaron, pero eso pertenece al pasado. Hemos conversado y nos hemos acercado: las heridas están cerradas y no hay resentimiento. Además, yo siempre tengo presente que él me dio la oportunidad de trabajar y de entrar en la política. Yo me estaba por ir a estudiar mi maestría afuera y me dijo: ¿De qué estás hablando? (Ríe).


¿POR QUÉ QUIERES SEGUIR EN EL CONGRESO? Siento que hice cosas buenas y me faltan muchas cosas más por hacer. Lo de la exoneración de impuestos a los espectáculos culturales, deportivos, musicales fue lo más notorio, pero no fue lo único. He trabajado por la cultura, por la promoción del libro, por la cinematografía local. Por ejemplo, fui una de las primeras en saludar y celebrar la creación del Ministerio de Cultura. Y ahora hay que trabajar para que salga bien el reglamento del mecenazgo cultural